Bodegas familiares de Rioja lleva más de tres décadas intentando escapar de la sombra alargada del propio éxito de los vinos de esa comunidad. Y tratando de demostrar que la región vitivinícola más conocida fuera de nuestras fronteras, es al mismo tiempo la más desconocida
Llegaron a Madrid y se pusieron la boina. Y trajeron cientos de botellas atravesando literalmente la celebración de la Champions del Real Madrid. El pasado lunes Bodegas Familiares de Rioja nos regalaron un recorrido enológico por valles y ríos. Por toda la diversidad que atesora el saber hacer de varias generaciones de viticultores.
Esta veterana asociación surgió para defender los intereses de las pequeñas bodegas pertenecientes a la DOP Rioja, como me explica su coordinadora, Ana Jiménez: “Tenemos 65 bodegas asociadas, pero para que te hagas una idea las bodegas familiares representamos 218 de las 410 bodegas comercializadoras. Somos grandes en número, pero solo un 8% en la mesa del Consejo. Nuestra apuesta tiene que ser incrementar valor y calidad, no volumen”, explica.
Además de la oportunidad de charlar directamente con los productores, que siempre te regalan una conexión emocional muy intensa con sus vinos, también pudimos catar 90 referencias divididas en 15 recorridos temáticos. “No lo hemos organizado siguiendo delimitaciones tradicionales o administrativas. Los vinos no saben de eso, saben de suelos y climas. No es lo mismo una garnacha de la Sierra de Yerga, que una del valle del Najerilla, o una fría. Esta diversidad es la que tenemos que proteger”, añade Jiménez.
Los vinos no saben de límites administrativos. Saben de suelos y climas. No es lo mismo una garnacha de la Sierra de Yerga, que una del valle del Najerilla, o una fría. Esta diversidad es la que tenemos que proteger
Además de un auténtico festival de garnachas, por las que los pequeños productores han tenido que pelear años, también hubo hueco para variedades minoritarias rescatadas del olvido, como la mazuelo y la maturana. Y para los viñedos: centenarios, singulares… y materiales alternativos como el cemento, o barricas de diferente tamaño al estándar de la DOP Rioja.
Esta combinación entre tradición e innovación viene de la mano de las nuevas generaciones, que son gente muy formada, que ha vivido en otros países y ha trabajado en otras bodegas. Vuelven a casa con una visión mucho más amplia y nítida sobre qué quieren hacer. Así me lo confirma Isabel, de bodegas Abeica, orgullosa tía de los enólogos más jóvenes de la sala: Ricardo y David. “Ellos decidieron que era una pena no hacer un vino 100% mazuelo en lugar de mezclarlo con otras uvas, y se lanzaron. Hoy por hoy es uno de los pocos de la denominación”.
Los años de pandemia han supuesto una dura prueba de la que han salido con nota. Pero siguen enfrentándose a retos como la manía española de beber por marca, sin darle muchas vueltas a lo que consumes. Y a competir con las bodegas grandes en la hostelería, “que a veces venden a precio de coste, o incluso por debajo”, comenta Ana Jiménez. “Por el contrario he visto este fin de semana en Madrid vinos nuestros a precios carísimos, y esto no nos va bien. Pero qué le vamos a hacer”. El mercado más importante para Bodegas Familiares de Rioja sigue siendo el internacional, donde “la gente tiene muy claro lo que quiere, y está dispuesto a pagar por ello.”
La batalla por poner el vino en valor en España va más lenta de lo que les gustaría a los productores, pero poco a poco se va ganando. Hay mucha esperanza puesta en la gente más joven, a la que hay que hacer llegar un mensaje menos académico y más desenfadado, para que vayan descubriendo el mundo del vino de forma natural. Para ellos está pensando el evento del vino del año, que organizan en marzo, ya que los vinos más frescos suelen encajar más con este tipo de público.
Pero lo importante es tener una idea clara de lo que quieres contar: tradición, diversidad, emoción, creatividad. Cuando lo tienes claro, conectar con los amantes del vino es mucho más fácil. Y en Bodegas Familiares de Rioja lo tienen muy claro.
Puedes aprender más sobre las pequeñas bodegas familiares de Rioja en el libro Vinos silenciosos
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