Le conocí en un rincón un poco escondido de Fenavin, la feria de referencia del vino español. Siempre me ha gustado mucho la garnacha de la DOP Méntrida. Así que decidí pararme y probar los vinos de Alberto López, alma y cuerpo, nunca mejor dicho de Almavid. Se trata de una pequeña bodega familiar situada en Valmojado (Toledo), y una de las pocas de la DOP que produce 100% vinos ecológicos.
“Mis antepasados siempre tuvieron viñedos en el pueblo. En 1998 estudié enología en la Escuela de la Vid por afición, y para ayudar a mi padre, pero trabajaba como técnico audiovisual en Telemadrid. En 2013 me quedé sin trabajo por un ERE y decidí empezar a elaborar mis primeros vinos”, recuerda. “Los llevaba a la única bodega ecológica de la zona que estaba en Alcabón”.
En 2020 en plena pandemia esta bodega cierra sus puertas y es cuando Alberto concluye que ha llegado el momento de saltar sin red. Se decide a alquilar una bodega en desuso que pertenecía a la Diócesis de Toledo, porque su antiguo dueño la había donado a su muerte sin herederos. Fue una carrera de obstáculos con final feliz “Lo que más me costó conseguir fue la licencia del Ayuntamiento, porque insistían en que estaba en el área urbana”, recuerda.
Esta campaña ha sido especialmente complicada a causa del calor extremo sufrido en la zona de Méntrida en julio y agosto. “Las uvas no han madurado bien, porque a partir de los 36 grados no hacen la fotosíntesis”, lamenta el enólogo. “No había visto nunca estas temperaturas”. Incluso a pesar de que sus parcelas se encuentran en un entorno privilegiado, a casi 700 metros de altitud. Le pregunto si esos desajustes se pueden corregir en bodega “En la bodega muy poco, porque además mis vinos son ecológicos y trabajamos con levaduras locales en la fermentación”, explica.
Además de las dificultades climáticas, la viticultura es una profesión de riesgo por otros motivos. Según nuestro protagonista los agricultores de la zona están muy desanimados. Se trabaja muchísimo, en el supermercado está todo muy caro, pero se está ganando lo mismo que hace 20 años. En la cooperativa de la zona se está pagando la uva a 28 céntimos el kilo. Y eso que según él es de las que mejor liquida de la zona. Son 300 socios y 1.200 has de viñedos que producen entre 4 y 6 millones de kilos de uva al año. El vino que producen se comercializa a granel, porque embotellar todo ese volumen es complicado.
Alberto quiso recorrer un camino diferente, llevado por su vocación y la tradición familiar. “Siempre supe que quería hacer ecológico de secano porque es lo sostenible y lo correcto, pero es mejor no hacer un plan de negocio, porque si lo haces, lo dejas a los dos días”, comenta con media sonrisa.
Darse a conocer cuando eres una bodega familiar y de reciente creación lleva su tiempo. Nuestro enólogo se lo toma con calma, pero sin pausa, dedicando a su proyecto las horas que el día no tiene. De hecho, ya ha encontrado un importador interesado en sus vinos en Nigeria. Cuando le pregunto cómo lo conoció me contesto: “Ni idea, nos escribió un mail y después vino a vernos y a conocer los vinos”. Los caminos de la exportación son inescrutables.
Los vinos de Almavid también han aparecido destacados recientemente junto a otros de la DOP Méntrida en la revista especializada Sobremesa . Cuando le pregunto si ha visto más interés desde la publicación me contesta que “Para nada. Lo que mejor nos está funcionado es el boca oído de la gente que visita nuestra bodega”. En la actualidad están colaborando con el programa turístico de la Ruta del Vino Méntrida-Toledo, y organizan visitas guiadas para todas las personas interesadas.
Los visitantes madrileños son menos de los que imaginaban. Y más los turistas de otros países atraídos por esta pequeña DOP cercana a Madrid y también a Gredos. Y es que sus garnachas se están haciendo un hueco importante entre los aficionados más inquietos.
Visita a las fincas
El pasado mes de agosto tuve oportunidad de acompañar a Alberto en un recorrido por varias de las 4,5 has de viñedos que son su mayor orgullo. La primera fue la cruz de San Gregorio. “La plantó mi abuelo en 1934, y me voy a quedar sin ella en un año porque hay proyectada una planta solar declarada de interés público”. Se trata de una mezcla heterogénea de Airén, Malvar, Jaén y alguna garnacha tinta, que no puede etiquetar como Méntrida porque no son uvas admitidas por la DO. “Quieren que nos diferenciemos de Castilla La Mancha”, comenta.
Hermosas cepas plantadas en vaso que tienen sus días contados. “Soy el único que no quería vender, así que no hay otra solución. La gente de la zona está cansada, quiere jubilarse”. Alberto y varias bodegas de la zona han creado una plataforma para defender los viñedos autóctonos ante la fiebre de las placas fotovoltaicas, según él sin demasiado éxito.
La segunda es una finca de syrah que plantó hace algunos años. Eligió esta variedad porque es perfecta para armonizar los vinos de garnacha y porque es medioambientalmente más sostenible, por su adaptación a la sequía y a climas más cálidos. Se tomó con calma la búsqueda del clon perfecto. “Me preocupaba una enfermedad de la syrah que se llama decaimiento, que a medio plazo causa grietas longitudinales que asfixian la cepa porque no baja la savia elaborada a la raíz y se quedan sin reservas. Me hablaron de un vivero al este de Venecia y para allí que me fui a buscar los mejores clones. Finalmente elegimos uno australiano que además es resistente contra la sequía”, comenta. “De momento estoy contento con el resultado”.
También tuve la oportunidad de visitar la finca más antigua, Fuente Ignacio, plantada por su abuelo en 1917. En 1919, tras la plaga de la filoxera, la injertó de garnacha aragonesa en viñas en vaso que hoy están mimadas por los conocimientos de Alberto. “Las podo para que los racimos queden sueltos, y así maduren de forma uniforme”, me explica.
En resumen, Almavid es una pequeña joya por descubrir a media hora larga de Madrid. Una oda a la tradición y a la sostenibilidad. Vinos modernos de vides con historia. Vinos con alma.
Los vinos
La producción final suele variar entre 15.000 y 20.000 botellas, toda ecológica y de secano. Entre ellos destacan:
Almavid blanco
Uvas airén, jaén y malvar. Crianza en sus lías * en depósitos de acero inoxidable durante 8 meses.
Almavid Rosé
Garnacha 100% Crianza en sus lías * en depósitos de acero inoxidable durante 8 meses.
Almavid roble
Garnacha 100%. Cuatro meses en barrica de roble francés.
Almavid Crianza
Garnacha 100%. Uvas procedentes de la finca más antigua de la propiedad. 12 meses de crianza en barricas de roble francés.
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* la materia sólida que queda en el fondo del depósito del vino tras la fermentación,
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